No sé si también os pasa a vosotros, pero la decoración del Corte Inglés, el encendido de las luces y la aparición en escena de las películas “Love Actually” y “Cuento de Navidad” (Charles Dickens), a mí me asalta el espíritu navideño.

navidad-dickensY volviendo al cuento de Dickens, el cual prefiero leer, la verdad, os invito a reflexionar sobre los tres espíritus que asaltan al viejo avaro Scrooge: el espíritu del pasado, el del presente y el del futuro.

Respecto al espíritu del pasado, en el cuento nos  reflejan la posibilidad de tomar conciencia de nuestros errores, a lo cual, yo uniría también la posibilidad de aprender de éstos y de comprendernos mejor. Muchas veces, al darnos cuenta de en qué nos hemos equivocado, surge en nuestro interior una vocecilla que lejos de entendernos y ser comprensiva, tiene un discurso acusativo, lleno de amargor y de culpa que no nos lleva a nada productivo, sino más bien a aumentar nuestro malestar. Merece la pena echar una mirada al pasado con una mentalidad abierta y libre de juicios, con el objetivo no sólo de averiguar que pudimos hacer de otra manera, sino también es una oportunidad para comprendernos y entendernos mejor, lo que nos puede brindar una sensación de paz y libertad.

En cuanto al espíritu del presente, para mí es difícil hablar sobre él, porque ¿qué es el presente? Pero lejos de meternos en una conversación metafórica, voy a intentar centrarme refiriéndome al día a día. En nuestro “quehacer” diario solemos ir con el automático puesto, si estamos trabajando porque no nos da tiempo y si estamos de vacaciones, igual. Por ello, os invito a dejar de llenar vuestras agendas y a dejaros llevar por la espontaneidad, a que escuchéis vuestro interior y os preguntéis, por lo menos una vez al día, qué quiero hacer yo en este momento, qué me apetece. Porque aunque no lo parezca, sentarse cinco minutos en el sofá de casa con nuestro pensamientos, es hacer algo, es invertir el tiempo el “algo productivo”, nosotros.

Y por último, el espíritu del futuro. Este espíritu es importante sobre todo cuando se acerca fin de año con los famosos propósitos de Año Nuevo. ¿Y si este año no me propongo ninguno? ¿qué pasaría? Si eres de los que para ti es imposible no proponerte nada porque necesitas estar en “movimiento” y ponerte metas para sentirte “mejor”, este año te invito a que los propósitos que te pongas repercutan en tu bienestar personal (y no en el material, como suele pasar), es decir, te invito al crecimiento personal y no profesional.

¿Una locura? Tal vez, pero espero haber contribuido a que hayan surgido nuevos interrogantes y caminos. ¡Felices Fiestas!