A la mayoría de los psicólogos, educadores, profesores y padres nos cuesta ver con buenos ojos el uso que hacen nuestros hijos de las consolas y videojuegos que curiosamente les regalamos nosotros, ya sea por las buenas notas, por reyes o simplemente porque no se quede atrás respecto a sus compañeros.

Pues bien, hoy me he propuesto que en vez de vivir en un mar de contradicciones respecto a los videojuegos nos paremos un poco a conocer mejor sus beneficios, ya que al fin y al cabo, las nuevas generaciones vienen con un iPad bajo el brazo.ninos-videojuegos

Los niños acostumbrados a jugar a videoconsolas son capaces de manejar diferentes espacios a la vez, es decir, pueden poner en marcha diferentes aptitudes cognitivas en paralelo sin que por ello se vea mermada su capacidad para atender y su concentración. Esto significa que son capaces de estar jugando y navegando en internet al mismo tiempo de una manera eficaz. Por lo que su capacidad para dividir la atención está más desarrollada.

Marc Prensky, especialista en aprendizaje, afirma que los niños que han crecido jugando a videoconsolas tienen más probabilidades de convertirse en mejores cirujanos, ya que son capaces de manejar varias herramientas a la vez y conciliar diferentes sentidos con precisión, como por ejemplo el tacto y la vista.

Además, estos niños están más habituados a atender de manera global a la situación, es decir, cuentan con una visión periférica de lo que ocurre, lo que les permite distinguir lo esencial de lo superfluo.

Por otro lado, estos juegos requieren de ellos la capacidad para tomar decisiones y asumir riesgos en función de sus prioridades, por lo que aprenden a escuchar a su intuición dejando de lado la fe ciega en la razón que a muchos de los adultos más que ayudarnos nos entorpece. Estas características pueden contribuir a que el día de mañana se conviertan en personas de negocio ágiles y resolutivos, ya que están más habituados a tomar decisiones importantes bajo presión.

Si queréis ampliar la información, podéis encontrarla en el libro de Eduardo Punset, «Lo que nos pasa por dentro». Para finalizar, podríamos decir que los videojuegos ponen en funcionamiento nuestras habilidades de interacción, nuestra capacidad para resolver problemas y nuestra creatividad. Entonces, si los videojuegos sólo son una forma más desarrollada de entretenimiento y una posibilidad para potenciar capacidades útiles para nuestro futuro ¿por qué nos empeñamos tanto en verlos con recelo? ¿no será que lo que nos preocupa es el uso que hacemos de ellos, tanto niños como adultos?