Hay épocas en las que nos sentimos más cansados y desganados, sin saber por qué, sin tener una causa clara a la que atribuírselo. Ello puede suceder incluso cuando nuestra vida está más “tranquila y en paz”. Entonces ¿qué ha pasado? ¿por qué me siento así?
Puede ser que nos influya que en esta estación haya menos luz solar…y también puede ser que simplemente nos hayamos dado permiso para “procesar” toda esa carga emocional que hemos ido soportando, es decir, todas aquellas situaciones que nos han generado emociones desagradables o que no hemos sabido cómo superar.
Esta sensación de cargar con nuestro propio peso encima es común después de las fiestas de Navidad y la reincorporación al trabajo, ya que muchos de nosotros, en estas fechas tan señaladas no descansamos y se nos une ese “cansancio” con el fin de las vacaciones.
No descansamos bien porque nos hemos dedicado a organizar comidas, bien porque hemos puesto toda nuestra energía en no poner malas caras o no contestar a aquel familiar que no nos cae bien, bien porque hemos estado buscando el regalo perfecto para aquella persona que nunca está satisfecha con nada.
Sea como sea, ahora nos pasa factura y seguramente esa desgana o cansancio está encubriendo sentimientos de tristeza y enfado. Y si ello fuera así ¿qué hago ahora? No podemos dar marcha atrás, eso está claro, pero sí podemos aprender de lo sucedido.
En este sentido, el primer paso a dar consistiría en identificar qué emoción se esconde tras el cansancio, para después analizar que posibles situaciones la han podido generar. Más tarde, podemos visualizar cómo nos hubiera gustado responder o qué nos hubiera gustado hacer, y ver qué emoción experimentamos ante ese cambio. De este modo, la próxima vez que nos encontremos ante una situación similar tendremos más probabilidades de afrontarla de una manera diferente.
Os animo a buscar una cosa cada día que os haga sentir bien (un buen café, una llamada inesperada, etc) y dormiros pensando en ello. “Si quieres un resultado diferente…No hagas lo de siempre”.