Durante toda nuestra vida buscamos avanzar, seguir hacia delante con nuestros proyectos laborales, amorosos, sociales, personales…y obviamente a lo largo de este camino, todos sabemos que aparecerán “obstáculos” que no van a ser bien venidos, y mi pregunta es ¿por qué? ¿por qué no son bien venidos estos obstáculos? ¿por qué nos generan en ocasiones tanto malestar? ¿por qué los vivimos como un muro entre lo que deseamos alcanzar y dónde nos encontramos? ¿es que acaso no cumplen una función? ¿no tienen un sentido?

caminos-personalesHay veces que regresar es la única forma de avanzar, es decir, a veces es necesario que uno de estos “obstáculos” aparezca para ayudarnos a reflexionar sobre el sentido y la dirección de nuestro camino, ya que éstos, pueden cambiar “extrañamente” a lo largo del proceso, y nosotros no estamos obligados a seguir con el proyecto inicial si no queremos. Tenemos derecho a cambiar de opinión y darnos permiso para emprender un nuevo proyecto si así lo deseamos.

Estos obstáculos también nos permiten matizar, marcar sutiles diferencias en nuestros proyectos para que se conviertan en personales y propios, para que lleven nuestro sello característico y dejen de estar marcados por imposiciones sociales y/o culturales.

Además, pensar que lo ideal es que a lo largo del camino no aparezcan dificultades es algo irreal. De hecho, si el camino se diese así, milagrosamente, habría que preguntarse si hemos aprendido algo, si hemos descubierto algo nuevo de nosotros mismos a través de él, si hemos tenido la oportunidad de conocernos mejor gracias a nuestra travesía. Si la respuesta es dudosa ante estos interrogantes, seguramente no hayamos seguido nuestro camino, si no que hemos estado haciendo el camino que otro nos puso, que otro decidió que era el mejor para nosotros, el que se supone que “debíamos hacer”…y cuando nos encontramos en esta situación, al final del camino hay una satisfacción a medias, una sensación de orgullo por el trabajo realizado incompleta, volátil y poco duradera. Porque cuando uno no hace lo que le marca su corazón, difícilmente el resultado va a ser satisfactorio. Así que…¿por qué no oírnos? ¿por qué no escuchar lo que nuestro cuerpo nos tiene que decir? ¿por qué no reflexionar ante la curiosa aparición de esos obstáculos?