Siempre que pensamos en la meditación, el mindfulness o la atención plena, por alguna razón siempre acude a nuestra mente los adultos. Debe ser que nos parece un aprendizaje demasiado complejo como para que puedan practicarlo los niños.

La realidad es que la practica de la atención plena es un aprendizaje al que podemos acceder todos y del que podemos beneficiarnos todos, incluidos los más pequeños de la casa. De hecho, puede incluso que para ellos sea hasta más fácil, ya que viven de manera continua en el presente y en el aquí y ahora, así que ¿por qué no intentarlo?

Esta semana he estado leyendo el libro “Tranquilos y atentos como una rana”, de Eline Snel, una terapeuta holandesa que ha trabajado mindfulness-infantildurante años hasta desarrollar un método específico de enseñanza de la meditación dirigido a los niños. En este libro podemos encontrar pequeñas meditaciones para enseñarles a los niños a meditar y practicar con ellos. Eline hace referencia a que la meditación no tiene por qué ser complicada para ser útil, ya que ésta se dirige a la atención en el cuerpo, un lenguaje que los niños conocen a la perfección.

A mi me ha hecho reflexionar sobre el nivel de estrés (positivo y negativo) que los niños viven en su vida diaria: actividades extraescolares, colegio, deberes, exámenes, fiestas…y la poca atención que los adultos le damos a ello. Solemos pensar que como son niños no se estresan o no tienen preocupaciones, pero si reflexionamos sobre ello, yo me pregunto ¿si nosotros nos estresamos en el trabajo, por qué no pueden sentirse ellos estresados por el colegio? Si a nosotros a veces nos cuesta ir al gimnasio aunque nos guste ¿por qué no pueden ellos estar cansados y costarles trabajo ir a las extraescolares? La poca conciencia que tenemos sobre el nivel de estrés de los niños, nos hace minusvalorar las estrategias que pueden necesitar y aprender para gestionar dicho estrés, y es aquí conde el mindfulness cobra una especial importancia.

Gracias a esta practica, los niños pueden aprender a calmarse antes de ir a dormir, manejar los nervios previos a un examen, entrenar su capacidad de atención, favorecer la toma de decisiones y promover la aceptación incondicional de sus emociones y las de los que les rodean, entre otros beneficios.

Si esto es así y su práctica solo requiere de constancia y unos minutos diarios ¿por qué no probar? Te invito a echarle un vistazo al libro e intentarlo con vuestros hijos, sobrinos, amigos, alumnos, etc. ¡Cuéntame que tal te ha ido y si tienes alguna duda o comentario, contacta conmigo!