En estos tiempos que corren en el que el culto a la delgadez y a la “comida sana” están a la orden del día, no es raro que muchos de nosotros suframos trastornos o alteraciones en la conducta alimentaria que llevamos.

conducta-alimentariaHemos aprendido que estar delgado es sinónimo de fuerza de voluntad, capacidad de compromiso, eficacia y éxito, pero ¿vemos el otro lado?

Muchas personas que aparentemente se cuidan porque van al gimnasio dos horas, cinco veces a la semana como mínimo, comen “sano” y trabajan muchísimo, están pagando un alto precio por ese “éxito”. Quizás, la parte que no estamos viendo es que algunas de esas personas están tan preocupadas por su imagen corporal y por controlar su sensación de hambre, que hacen ejercicio físico en exceso para a través de la liberación de endorfinas en el cerebro, se les olvide momentáneamente de que su estómago esta rugiendo, o que trabajan tanto para no hacer un descanso a la hora de la comida y así no tener que comer y sufrir con la idea de que van a engordar.

Intentan convertir al cuerpo en un objeto que pueden controlar, pero el cuerpo, que no es un objeto, se volverá en su contra, es decir, la sensación de hambre luchará por salir constantemente, ya que es una necesidad biológica básica. En esta situación aumentará la presión y la tensión, no sólo física, sino también psicológica, por lo que los síntomas de ansiedad y de tristeza aumentarán considerablemente.

Igual, lo que no vemos de los trastornos de la conducta alimentaria, tales como la anorexia o la bulimia, es que dichas problemáticas van más allá del área de lo físico, llegan a convertirse en un estilo de vida, en una manera de “cómo ser”, una búsqueda de identidad a través de la apariencia.

De esta manera, el control de la comida y el peso se convierten en una forma de “solucionar o manipular” sus conflictos existenciales, de compensar el vacío emocional que pueden llegar a sentir. Ven en el espejo, un reflejo de lo que sienten por dentro.

Por este motivo, no podemos reducirlo a una visión simplista y con etiqueta, sino echar una mirada más amplia y llegar a descubrir qué nos quieren decir los problemas de alimentación, ya que son la única forma que esas personas han conseguido hablar. Tenemos que aprender a mirar, la parte interna y emocional de todos nosotros, con nuestros síntomas incluidos.