A raíz de los Goya y de la película española de Truman, dirigida por Cesc Gay y protagonizada por Javier Cámara y Ricardo Darín, solamente puedo decir que me encantó. Cuando entré en el cine pensé que era una comedia (ya que ni si quiera había leído de qué iba y estaba acostumbrada a ver a Javier Cámara en esos papeles) y salí con una sensación agridulce por las emociones que sentía.

Voy a intentar hablar sobre la peli sin destriparla, para aquellos que todavía no la habéis visto y queréis ir a verla.

Cuando acompañamos (profesional o personalmente) a personas que padecen enfermedades crónicas o están al final de la vida la pregunta que con más asiduidad nos sale a todos es ¿qué le digo? ¿cómo puedo ayudarle? ¿se lo decimos? ¿mejor no hablar de ello, no?, etc.

Pues bien, esta película enseña como ante una situación tan difícil cada uno reacciona como puede (y no tanto Trumancomo le gustaría), en función de su biografía y sus vivencias. Muestra como ante esa situación a cada uno nos preocupa una cosa diferente, no a todos lo mismo, y como lo que para uno puede ser muy importante el otro lo valora como absurdo o simplemente, no se lo había planteado. De ahí la importancia de ¡preguntar! De ¡hablar! Porque aunque a veces ciertas conversaciones pueden ser complicadas de abordar, la incomunicación es mucho más dolorosa ¡Nos deja solos! Solos con nuestras emociones encontradas y esas preocupaciones que no sabemos como manejar en nuestra cabeza.

Muestra como cada uno se enfrenta y lo afronta de una manera personal y sobre todo, como acompañar sin palabras, respetando los silencios y las decisiones. Cómo acompañar y respetar con la presencia, con la manera de simplemente “ESTAR”.

Todo ello, sin caer en dramatismos ni en tópicos. Poco más puedo deciros, animaros a verla y a disfrutar de ella con unos pañuelos a mano.