El artículo de hoy va dirigido a todos esos padres y niños que ya han comenzado la vuelta al cole…y al trabajo. Los niños han dejado las vacaciones, ese tiempo de ocio donde prima la diversión y el ocio y han vuelto a las aulas, con nuevos profesores, nuevos compañeros de clase, nuevo curso, nuevas tareas y aumento de éstas, etc. Todo ello implica recuperar las rutinas que ya estaban establecidas antes del periodo vacacional en casa, esto es, despertarse temprano, vestirse, hacer la cama, preparar el desayuno, comenzar las actividades extraescolares, hacer deberes, cenar, bañarse y lavarse los dientes para irse a dormir… y otra vez comenzar de nuevo. Es en estas rutinas donde los padres, a menudo, nos quejamos porque los niños tardan “una barbaridad” en hacer las cosas y oímos frases del tipo “tengo que estar todo el día tirando de él para todo; para hacer los deberes, para que se bañe, para que…”cole-ninos

Por otro lado, los papás también hemos vuelto a trabajar, a encargarnos de la casa, de las compras escolares y domésticas, de los niños y de sus obligaciones (además de las nuestras).

Todo ello puede crear un clima de ansiedad y decaimiento en la familia, ya que de repente parece que desaparecen los momentos de esparcimiento y solo hay obligaciones hasta que llegue el fin de semana, lo que hace todo cuesta arriba.

Por estos motivos, entre otros, hoy os invito a hacer una pequeña reflexión ¿y si nos paramos 5 minutos a pensar cómo se sienten nuestros hijos? Al igual que nosotros están cansados, no les apetece ir al cole (ni a nosotros ir a trabajar), no tienen ganas de hacer tantas tareas y por supuesto, no están tan preocupados por su rendimiento escolar como nosotros, y es justo aquí donde viene mi propuesta: os invito a tener paciencia y respirar hasta tres cuando no les apetece nada cumplir con las normas de casa (esto no significa que no tengan que hacerlas), respecto al rendimiento escolar, trabajar temas como la autonomía y la responsabilidad, comenzando por ejemplo, por intentar que estén 30 minutos diarios sentados haciendo los deberes. En este punto es importante resaltar varias cosas; la primera es que la decisión de hacer o no los deberes es de ellos, no nuestra. Nuestra labor como padres es explicarles la secuencia lógica de las cosas (“si no haces los deberes, ¿qué harás mañana cuando la profesora te pregunte? ¿crees que te sentirás bien?” o “cuando termines de hacer los deberes, puedes jugar”). Por otro lado, cabe tener en cuenta que ese tiempo hay que adaptarlo a la edad del niño y la carga escolar de éste, por lo tanto, mientras más mayor sea y más tareas tenga, más tiempo necesitará dedicar al estudio. Lo más importante es tener claro, como padres, que el objetivo no es que realicen las tareas escolares, sino sentar las bases para establecer una rutina de estudio que sirva de apoyo en los cursos superiores.

Todo esto, sin olvidar establecer tiempos de juego y ocio todos los días, a ser posible en familia, ayudando a mamá o a papá a hacer la cena, a poner la mesa, a llevar la ropa a la lavadora, etc. Con ello, potenciamos la seguridad en ellos mismos, la confianza para tomar sus propias decisiones y la libertad para resolver sus propios problemas, lo que repercutirá en el desarrollo de una sana y fuerte autoestima. Lo que significa también, orgullo y satisfacción por nuestra parte, por haber hecho nuestra labor de construir un ambiente de seguridad y alegría a su alrededor, donde se han podido desarrollar como personas, a pesar de los obstáculos que hemos tenido que sortear por el camino.

¡Ánimo papás y mamás!