Los demonios pierden su poder cuando los sacamos de las profundidades donde se esconden y los miramos de frente a plena luz”. Esta frase del último libro de Isabel Allende, “El cuaderno de Maya”, me dio mucho que pensar este verano por eso me gustaría compartirlo con vosotros.

Todos en algún momento de nuestra vida nos sentimos atormentados por algo, bien sea el miedo al fracaso, el miedo al abandono, el miedo a no ser correspondido, el miedo a no estar a la altura…Estos miedos difícilmente podemos concretarlos y más aún verbalizarlos, no somos capaces de contárselos a alguien porque en ocasiones no sabemos siquiera identificarlos, se esconden como una especie de niebla fina que no sabemos como disipar.

luchar-miedosSe convierten entonces en una sensación que nos invade casi sin darnos cuenta pero tiñen nuestra forma de ser y actuar, no nos dejan decidir de manera libre. Cuando llegamos a este punto es imprescindible darnos permiso para sentirlos, aunque ello implique sentirnos tristes, enfadados, furiosos o acongojados. Solo de esta manera dejaran de bloquearnos y podremos pasar al siguiente paso: analizar de dónde viene ese miedo y qué es realmente lo que nos preocupa, es decir, empezar a desenmascararlos para ver qué función cumplen.

En este paso empezamos a verlos de frente, a conocernos mutuamente y en esta “nueva relación” que hemos creado podemos buscar los recursos personales con los que contamos, los cuales, la mayoría de las veces son más (de cantidad) y más útiles de lo que pensamos. Si este no fuera el caso, siempre estamos a tiempo de incorporar alguna novedad en nuestro repertorio de recursos y ponerla en marcha.

A partir de ahí comienza “la conversación” y en ocasiones “la lucha” con nuestros miedos, un camino hacia la aceptación incondicional de nosotros mismos. Pero este camino no suele ser fácil hacerlos en solitario, siempre es mejor ir acompañado, de un buen amigo, de nuestra pareja, de un terapeuta…en definitiva, de alguien que sepa escuchar y acompañar, sin juzgarnos y sin dar demasiados consejos, ya que es el momento de darnos permiso para poder equivocarnos y repararlo por nosotros mismos, es el momento de aprender.

Sólo así aprenderemos a convivir con muchos de nuestros miedos y ¿quién sabe? Quizás echar a alguno de ellos.