Las Navidades es una de las épocas vividas con más expectación, ilusión y alegría por los niños, ya que en estos días, además de ver anuncios de juguetes por doquier, van a escribir juguetes-reyes-magosuna carta dirigida a los Reyes Magos, en la que por supuesto, les explicarán que se han portado realmente bien y que son merecedores de la larga lista de juguetes que piden. Es en estos momentos donde tanto padres, como madres, tíos, abuelos, primos…también tienen que hacer un esfuerzo por mantener las tradiciones familiares e intentar inculcarles los verdaderos valores de la Navidad. En este sentido, no hablamos del consumismo que nos invade a todos en estas fechas, ni de comer turrones hasta que nos de un empacho, sino de la importancia de pasarlo bien en familia (sea esta del tamaño y forma que sea, existan vínculos sanguíneos o no), compartir y conocer aspectos de los demás que no conocíamos. Es el momento de hacer no sólo regalos materiales, sino también, regalos que perduren en el tiempo.

Pero ¿qué le puede gustar más a un niño que un juguete nuevo? En estos días, los niños reciben multitud de juguetes, los cuales, les harán una ilusión bárbara las primeras semanas, pero a medida que se vayan habituando al juguete y éste pierda su novedad, la frecuencia con la que el niño jugará con él, también disminuirá. En cambio, si les regalamos momentos y sensaciones, éstas perdurarán a través de los años, ya que se grabarán en su memoria emocional. Por ello, les podemos regalar la tradición de cocinar juntos el postre, poner la mesa para todos, comer unos churros calentitos en familia, ir a ver el alumbrado de la ciudad,  o simplemente montar y desmontar el árbol de Navidad y el belén juntos.

Las navidades, nos gusten o no, son momentos para pasar con los que más queremos y demostrarle nuestro afecto tal y como son (al igual que el resto del año, por supuesto). Es una época especial para los más pequeños, donde sólo se recuerda los buenos que han sido y donde no está permitido amenazarles con la retirada de juguetes o hablar con los Reyes y Papá Noël para que revisen la lista por su comportamiento. Son momentos en los que hay que fomentar la capacidad de los niños para ilusionarse, su creatividad y su alegría.