El día 24 de Mayo estuve en El Ateneo de Madrid escuchando una conferencia del Dr. Ronald Siegel sobre “Mindfulness y la Ciencia de la Felicidad”, gracias a Nirakara, un espacio científico dedicado a acercar las técnicas de meditación y yoga a la población para estrechar el nexo de unión entre oriente y occidente.

Siegel habló de como diferentes estudios han comprobado que si somos optimistas en nuestra juventud, también lo seremos en la senectud, y ello influye en la cantidad de años que vivimos (las personas optimistas viven nueve años más aproximadamente), ya que el pesimismo es un factor de riesgo más potente que el alcohol y el tabaco para nuestra salud.

También recordó que la felicidad nos reporta numerosos beneficios: aumenta nuestra capacidad cognitiva y de concentración, potencia nuestra creatividad y claridad, nos permite jugar y conectar con los demás.

mindfulnessEn estos momentos cabe preguntarnos ¿qué influye en nosotros a la hora de ser felices? Pues el 50% de la responsabilidad se la podemos atribuir a los genes y solo un 10% lo constituyen las circunstancias. Con esto nos queda un 40% que está exclusivamente bajo nuestro control, la actitud. La actitud es el factor que más contribuye en nuestra sensación de bienestar.

Sin embargo, la mayoría de nosotros pensamos que si nuestras circunstancias cambiaran seríamos más felices, lo que es una falacia (siempre y cuando nuestras necesidades básicas estén cubiertas). Diversos estudios han demostrado como personas a las que les ha tocado la lotería a los seis meses eran igual de felices que antes de que les hubiera tocado. Por ejemplo, cuando sale el sol después de días de lluvia, parece que nos encontramos más alegres, sin embargo, tras cuatros días de sol seguidos, nuestro ánimo vuelve a la “normalidad”. Ello nos indica que todos tenemos una línea base de felicidad, la cual puede subir o bajar en función de diferentes variables. Por ello, ni todo es tan bueno, ni todo es tan malo.

Actualmente, invertimos mucho tiempo en analizar el placer y el dolor del pasado, tendiendo a maximizar el placer que sentiremos en un futuro y queriendo evitar a toda costa el posible sufrimiento. Ello nos hace infelices, ya que no tenemos en cuenta que en la vida todo cambia y que todo cambio conlleva una pérdida. Estamos planificados para intentar mejorar y en cada mejora perdemos y ganamos algo.

Entonces, ¿qué nos ayudaría a sentirnos felices? El Mindfulness, es decir, vivir con conciencia plena y atención, sin juicios y con aceptación incondicional de aquello que tenga que venir. Esto significa atender al presente con aceptación.

¿Y esto cómo se hace? Practicando. Las técnicas de meditación, como el mindfulness, se pueden aprender y en un inicio bastaría con aprender a saborear cada bocado de comida o estar fregando los platos sin pensar en la lavadora que tenemos que poner después. También podéis visitar esta web de mindfulness y practicar las grabaciones que se facilitan de manera gratuita (están en inglés) o contactar conmigo para una atención personalizada, si así lo necesitáis.

Con todo lo dicho, os invito a disfrutar de cada comida de esta semana, intentando identificar sabores, diferenciar texturas y temperaturas, tomarnos unos minutos para oler el plato y prestar atención a los recuerdos o sensaciones que desencadenan…en definitiva, tomar conciencia.